Todo sobre el Alzheimer

«Que no sea demasiado tarde». Esta es la esperanza de Manel, que tiene 56 años y es enfermo de Alzheimer. Que los adelantos científicos lleguen a tiempo de curar una enfermedad que progresa de manera silenciosa. Cada tres o cuatro semanas, Manel tiene visita en el Hospital Clínico, donde participa desde finales del año pasado en uno de los muchos ensayos clínicos que hay en marcha al mundo para encontrar una vacuna que consiga frenar Alzheimer. «Yo creo que sí que veré una cura para esta enfermedad. Tengo una edad en que todavía puedo tener esperanza«, dice.

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La participación de enfermos como Manel es clave. Pero los resultados tardarán a llegar, puesto que todavía hay que entender bien los mecanismos de la enfermedad. Porque los ensayos con enfermos requieren años -décadas incluso- de seguimiento para llegar a conclusiones y todavía no hace suficiente tiempo que son en marcha. Y porque hay que encontrar la manera de detectar la enfermedad del Alzheimer mucho antes del que se hace ahora.

Para los científicos la guerra contra Alzheimer tiene una orientación clara. No se trata de curar cuando los síntomas ya están. El objetivo es detectar la enfermedad a tiempo, hasta 20 o 30 años antes de que aparezca ningún síntoma, y así poderla frenar. Es decir, entre los 30 y los 50 años de edad. Los estudios demuestran que si se pudiera atrasar cinco años el inicio de la sintomatología se podría reducir a la mitad el número de enfermos. Hoy por hoy, Alzheimer se diagnostica cuando ya hay síntomas, cuando las pérdidas ya son un hecho. Con los fármacos actuales el máximo que se puede hacer es frenarlo durante unos cuántos años.

En Cataluña hay aproximadamente 112.000 personas que sufren Alzheimer -hoy se celebra el Día Mundial- y se estima que el 2050 podrían ser 45 millones en todo el mundo. A Manel hace dos años que le diagnosticaron y, a pesar de que ha dejado de trabajar, continúa con sus rutinas. «No pienso a largo plazo ni vivo pendiente de si la enfermedad avanza o no. Procuro ser consciente de cada momento y vivir cada instante».

Enfermedad compleja

Alzheimer se debe de, sobre todo, a la acumulación excesiva de una proteína al cerebro, la beta mieloide. Este exceso acaba provocando la muerte de las neuronas, hecho que se traduce en síntomas como la pérdida de memoria, entre otros. Del que se trata es que no se acumule porque, así, no haya pérdida neuronal. Y para evitar el inicio del proceso, hace falta un diagnóstico precoz y fármacos que apunten a prevenirlo, porque también se sabe que el cerebro de los enfermos empieza a presentar daños desde que es más joven aunque no haya síntomas.

El ideal seria poder hacer una analítica para hacer el diagnóstico precoz. Los científicos buscan los biomarcadors que darían un resultado positivo o negativo, pero no están definidos. Se han encontrado unos cuántos, pero probablemente hay muchos. Incluso en los casos de Alzheimer familiar, que son un 1%, resulta complicado distinguir por qué personas que tienen la misma configuración genética acaban desarrollando la enfermedad y otros no. Entre el centenar de ensayos en marcha con fármacos, sólo hay ocho en fase III, es decir, que se están probando con muchos enfermos. Y la mayoría no atacan la proteína beta mieloide, sino que son antiinflamatoris o antioxidantes. «Probablemente no tenemos que dar toda la importancia a la beta mieloide», afirma Jesús Ávila, responsable científico de la cumbre sobre investigación en Alzheimer que estos días se celebra en Madrid, organizada por la Fundación Pasqual Maragall y la Fundación Reina Sofía y que reúne más de 300 científicos de todo el mundo.

Se abordará como tienen que ser los espacios en que, en un futuro, se apliquen terapias no farmacológicas para estimular los enfermos. También se hablará de fármacos y, el más importante, según Ávila, de los marcadores que permitirán hacer análisis para detectar las personas con riesgo y empezarlas a tratar tan pronto como sea posible. Hay estudios en marcha en California y Colombia. «Posiblemente hay fármacos que ahora ensayamos con enfermos que podrían funcionar con personas que encara no han iniciado el proceso», dice Ávila.

¿Falsas esperanzas?

Los enfermos de Alzheimer y sus familiares reciben con cautela los anuncios sobre nuevos descubrimientos o vacunas. «Hablar de vacunas crea falsas expectativas porque como mínimo hablamos de proyectos por de aquí diez años, pero en cambio genera esperanzas a corto plazo y puede ser doloroso», dice Imma Fernández, presidenta de la Federación de Familiares de Enfermos de Alzheimer. Ella, que ha vivido de cerca la enfermedad porque lo han sufrido hasta cuatro familiares suyos, lo compara con el momento en que se le retira la medicación al paciente de Alzheimer porque ya no se puede hacer nada para frenarla: «No sabes como aplacar esta tristeza que entra al pensar que ya no hay nada a hacer».

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